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Guía práctica: Cómo librarte de esa canción pegadiza de una vez por todas

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Por fortuna, a estas alturas ha remitido el fenómeno ‘Ai se eu te pego’, el himno de los maltratadores brasileños, que estuvo torturando nuestros tímpanos desde el verano de 2011. Si eres un espíritu sensible, sin duda te habrá costado librarte de su tóxico embrujo: oír los primer compases “nossa, nossa” y tener la cancioncilla metida varios días en la cabeza era todo uno.

No bajes la guardia. Puede que Michel Teló haya reculado a los cuarteles de invierno, pero ahí fuera hay una legión de músicos desalmados dispuestos a insertar en tus meninges su próxima atrocidad, tu próximo “gusano de oreja”. Aquí tienes un puñado de consejos para librarte para siempre de tan incómodo parásito.

1. Un gusano saca otro gusano

Blanco y en papela: la mejor manera de librarte de una canción pegadiza es escuchar otra, igual o más pegadiza. Supongamos que un inoportuno flash-back ha traído a tu memoria el intrusivo hit ‘The final countdown’ de Europe (la cuarta canción más pegadiza de la historia, a decir de los expertos). Nada como combatir a los oxigenados suecos con un campeón nacional: escucha un par de veces ‘La flaca’, de Jarabe de Palo y fssshhhhh… ¡adiós, Europe!

2. Escucha esa canción intrusiva hasta el final

Bien, hemos hecho un pan como unas tortas. Tenías metido hasta el cerebro reptiliano el “tinonino” de los Europe y ahora tienes la insidiosa voz de Pau Donés insertada como picha de macaco en tu bulbo raquídeo. Una teoría sugiere que el “gusano de oreja” es una suerte de “castigo” del cerebro por no haber escuchado hasta el final una canción determinada.

Ejercicio: Escucha hasta el final los 2:40 del “llenapistas” de Hidrogenesse ‘Touch me’ y luego me cuentas.

3. Vete a la naturaleza (pero con un disco de Steve Reich)

Los gusanos musicales no son nuevos (Mark Twain ya describía uno en un artículo de 1872) pero son cada vez más abundantes, en tanto estamos expuestos a una avalancha musical inédita en la historia del hombre. Apagar la radio, esconder el iPod y esconderse en la naturaleza no es la solución: parece ser que la canción pegadiza tiene un sentido evolutivo: la reproducción de los sonidos de los animales una y otra vez hasta que el conocimiento queda asegurado. Si te vas a vivir a una cabaña en mitad del monte es posible que los cantos de los pájaros y el rumor del río se conviertan en tu próximo gusano de oreja.

Ejercicio: ¿Cuántas veces se escucha “Félix Rodríguez de la Fuente” en esta canción? Razona tu respuesta.

4. Apaga el televisor (y enciente tu transistor, etc.)

Una canción pegadiza durante unas horas puede resultar chistoso, a lo largo de varias semanas puede convertirse en una pesadilla. Los músicos no suelen tratar de componer canciones pegadizas, a excepción de Georgie Dann, el citado Pau Donés y los compositores de jingles, las cancioncillas que suenan en los anuncios con la aviesa intención de meterte su mensaje comercial hasta el alma: del anuncio coral de La Masía a la tonadilla de Movie Record, pasando por el himno del PP.

Ejercicio generacional: ¿Qué deberías responder cuando alguien te interpela “¿Qué es La Masía?”?

5. ¡Lobotomízate!

Lo vamos a reconocer de una: en esta casa amamos a Freddy Mercury. Castamente. Pero que el zanzibareño sea uno de los genios más grandes del pop de todos los tiempos no le exculpa para ser también el responsable de algunas de las anacondas de oreja más notables de la historia: ‘I want to break free’, ‘Under pressure’, ‘Bohemian Rapsody’ y, sobre todo, ‘We are the champions’, un himno que igual sirve para celebrar el Mundial que para animar una manifa.

Ejercicio: ¿Existe el antídoto para Queen? ¿Aserejé? ¿Es ABBA más adherente que Tino Casal? Razona tus respuestas. Lobotomízate.

Con información de Rolling Stone, Strambotic, Cooking Ideas y Yorokobu.


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